
Por si no lo recuerdan, desde hace un par de semanas Lilo ingresó por voluntad propia a la clínica Betty Ford, en California, para tratar su adicción a las drogas antes de que su período de libertad condicional concluya drásticamente por alguna de “las suyas”. Hace muy poco también les comentamos que algunos allegados aseguran que la familia Lohan está en quiebra, y que ni saben cómo pagarán la cuenta del tratamiento. Una de las alternativas que habría ideado Lindsay era vender un book de fotografías de su estancia.
Pero ahora todo indica que no fue ella, sino Dina Lohan, su madre, la autora de semejante ocurrencia. Y aunque parezca absolutamente descabellado, esta señora fue aún más lejos: estaría en tratativas para que una cámara siga todos los movimientos de su hija, mientras se somete a los tratamientos anti-drogas.
Si alguien cree que no pueden existir padres tan nefastos, es que no han sabido nada de los Lohan. No hay que saber mucho de psicología para entender cuál es el verdadero mal de Lilo. Ella puede poner todo su empeño en recuperarse de sus adicciones e intentar ser una mejor persona, pero de alguna manera tiene que aprender a quitarse esa carga que le han puesto en sus hombros desde pequeña.
Tanto Dina como Michael Lohanmichael-lohan se han cansado de demostrar que son personas sumamente egoístas, que han exprimido al máximo a su propia hija en pos de ganar dinero y fama. Como de por sí no son nadie, han utilizado la aventuras y desventuras de Lilo para garronear un poquitito de atención y aparecer delante de cualquier cámara que puedan.
Lindsay Lohan ya ha tomado conciencia de lo perjudicial que ha sido para ella la relación con su padre, pero necesita establecerle los límites a su mamá. Ojalá pueda resolver pronto la causa más importantes de sus males, que evidentemente es su familia.